Casi es una adolescente de casi catorce años, valga la redundancia. Ella es la protagonista de Sara Mesa en ‘Cara de pan’, una novela que hace dudar a quien la lee sobre las fronteras de la amistad, el amor y la pederastia. La niña, por azar, se encuentra con Viejo, que, como su nombre invita a pensar, es mucho mayor que ella. ¿Cuánto? No se sabe, pero mantienen una relación que baila entre los salones de la sencillez, las tinieblas de los prejuicios y las perversidades de nuestra imaginación.

¿Se puede tener una relación de amistad con un hombre mucho mayor que tú, que eres una adolescente? Esa es la pregunta que discurre por las páginas de esta historia. Una mañana, ambos personajes se conocen entre los matorrales de un parque ubicado frente al colegio de Casi. Ella escapa del bullying; él, de la incomprensión de la sociedad. Viejo le transmite su pasión por los pájaros, a Casi le emociona preguntar. Es una joven que, como es propio de la edad, tiene muchas preguntas. También inseguridades.

Una novela, dos libros

El título de la novela hace referencia al mote que recibe Casi en la escuela: Cara de pan. La niña decide dejar de ir al colegio para evitar la presión social y el rechazo que recibe de sus compañeros por ser descriptivamente fea y alejada de los cánones habituales de belleza. Viejo solo le aporta un refugio a sus inseguridades. Esa relación, que no se ve normal a ojos de la sociedad, es un combate para el lector, que tampoco quiere comprenderla.

Por eso, ‘Cara de pan’, en realidad, son dos libros. Por un lado, la descripción objetiva y anodina de lo que sucede. Una escritura casi científica, de sujeto, verbo y predicado, sin adornos. En frente, una historia con rincones donde no hay luz, abierto a la duda y la sospecha; un jardín para los prejuicios en el que barajar la posibilidad de que el lector gane a los personajes y, efectivamente, existan la pederastia y los delitos de abuso.

Sara Mesa (Madrid, 1976) desde niña reside en Sevilla. Es una galardonada autora de relatos y novelas. 

La amistad no es un asunto fácil

Es el tema central de la obra. En una entrevista, Sara Mesa reveló que guardó en la memoria la anécdota de un amigo que se sentó sin teléfono, sin perro y sin bolsas de basura en un parque donde había niños. Al rato, dos agentes de la policía se acercaron a preguntarle si todo iba bien. Aquel suceso, en el que la autoridad sospechó deliberadamente de las acciones de un civil que, previamente, no había dado muestras de estar cometiendo hechos de dudosa ética o legalidad, le hizo pensar.

¿Existen amistades imposibles? ‘Cara de pan’ no es una crítica a aquellas personas que aseveran la incompatibilidad de Casi y Viejo, solo plantea el debate con una historia que atrapa al lector por su frialdad narrativa y su complejidad estructural. Si esta novela fuese un asunto culinario, sería un plato merecedor de Estrella Michelín que no necesita más de cinco euros y diez minutos para prepararse; porque es tan bello como sencillo de concebir.

Pacto del lector

El lector establece un pacto con la historia. Él, al igual que sus protagonistas, conoce todo lo que ocurre gracias a una voz equisciente que se limita a contarlo todo. Sabemos en todo momento que Viejo no abusa de Casi, pero no podemos frenar los pensamientos de Casi, que acaban denunciando al hombre por abusar de su hija y engañarla para darse cita en el parque. Al final, la policía se lleva a Viejo. Los lectores sabemos que es inocente, pero tampoco se nos ocurriría cómo demostrarlo. A pesar de que Casi también negase cualquier acusación sobre él.

La literatura de Sara Mesa es idónea para esta historia. En más de una ocasión, la escritora sevillana, nacida en Madrid, ha confesado no estar interesada en condicionar a sus lectores con unas formas rocambolescas o demasiado adornada. Mesa tiene la madurez y el talento suficiente para no necesitar cortinas de humo que escondan grietas en su imaginación.

Leer un libro de la autora es un ejercicio humilde. Antes de coger cualquiera de sus novelas, nosotros, como lectores, tenemos que aceptar las reglas de un juego en el que ella manda. Lo real parece inverosímil, quizás lo sea; personajes reales, que suenan a delirio. Todo es posible en el encierro de sus páginas, por eso marcan a cualquiera.